viernes, 10 de julio de 2009

Un paseo por la historia con.......Martín Irisarri


Martín Irisarri

Este madrileño de origen navarro se adentró en el mundo de la ferretería sin disponer de ningún tipo de conocimiento acerca de este sector. Pero siempre ha tenido muy claro que quería ser su propio jefe.
“En la vida hay que marcarse metas, porque en caso contrario, no se consigue nada”


Martín Irisarri se planteó su andadura dentro de la ferretería como se enfrenta a todas las vicisitudes de su vida, con rigor, seriedad y análisis. A los 25 años de edad tenía muy claro que quería ser su propio jefe, por lo que decidió independizarse del taller mecánico en el que por entonces trabajaba con su padre. No disponía de ninguna experiencia sobre este sector, pero, y aunque estuvo meditando sobre otras actividades (llegó a pensar en montar una escuela de mecánica),
finalmente eligió abrir una ferretería. Sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios le proporcionaron cierto conocimiento sobre herramientas y, especialmente,
sistemas de trabajo, aspectos que le vinieron muy bien para adentrarse en este mundo empresarial.

Corría el año 1965 y, por aquella época, la zona de Carabanchel Bajo donde decidió
establecerse se encontraba rodeada de polígonos con multitud de talleres. En un principio el negocio era generalista, incluso estuvo un tiempo vendiendo también
electrodomésticos, pero siempre tuvo en mente la especialización. Por eso, poco a poco fue abandonando el menaje, los electrodomésticos... para pasar a centrarse en la cerrajería y el herraje. Esto fue posible gracias a la proliferación por la zona
de carpinteros sin taller propio, que alquilaban las instalaciones y maquinaria a los
almacenistas de elaboración de madera situados en el barrio. De este modo, Ferretería Irisarri comienza a disponer de una clientela compuesta en gran medida por profesionales de la madera. De ahí surge la especialización que tanta fama le ha otorgado, no sólo en la Comunidad de Madrid, sino también en el resto de España.

Con el fin de aprender y ver las novedades que circulaban por otros mercados, Martín Irisarri empezó enseguida a acudir a certámenes internacionales. “Las ferias continúan siendo útiles, porque aparte de ver novedades in situ, se produce una relación comercial con los fabricantes que no se da en las visitas esporádicas a la tienda”. Gracias a estos eventos, Irisarri pudo conocer las tendencias de este mercado antes de que llegaran a España, como herrajes especiales y acabados innovadores (acero inoxidable, cromo mate...). Reconoce que le hubiera gustado importar determinados artículos que entonces resultaba imposible encontrar en nuestro país y que él sabía que serían un éxito, como las cerraduras de seguridad, pero “no tenía suficiente potencial para importar”. Esto y su convencimiento de no emprender ninguna aventura sin disponer de garantías han hecho que siempre actúe con la máxima cautela. Lo que le ha servido para no dar ningún paso en falso y asentar el negocio sobre una base sólida y consistente.

Una de las principales dificultades de los inicios de Irisarri consistió en la costumbre de los fabricantes de negociar básicamente con los almacenistas de ferretería, por lo que para un negocio pequeño resultaba complicado acceder directamente a los proveedores de primera línea. De ahí la necesidad de formar parte de una cooperativa como Comafe. “La cooperativa fue una tabla de salvación para los ferreteros, porque por aquella época los fabricantes trataban, sobre todo, con los almacenistas y muy poco con las tiendas pequeñas”. También era diferente el número de artículos presentes en una tienda. Hace cuarenta años existían muy pocas referencias, frente a la gran cantidad de ellas con las que se trabaja en la actualidad.

Comafe ha supuesto un capítulo importante en la vida de Martín Irisarri, ya que, además de ser uno de los primeros socios de la cooperativa, ha formado parte de su junta directiva durante muchos años. Este espíritu colaboracionista lo ha heredado
la segunda generación, integrada por los tres hijos de Irisarri: Martín, el actual gerente; Loreto, encargada de la contabilidad de la empresa; y Lourdes, responsable de la tienda de Abrantes. Ellos continúan muy presentes en Comafe y también en el gremio de ferreteros de Madrid, Agrefema.

Precisamente la sucesión familiar no planteó mayores problemas en Irisarri. “Siempre tuve la idea de que mis hijos continuaran con el negocio. Pero ellos dispusieron de total libertad para hacer lo que quisieron”. A sus 68 años, Martín Irisarri lleva tres jubilado, pero cuando está en Madrid (pasa largas temporadas en Alicante) sigue acercándose cada día a la ferretería: “No sé hacer otra cosa”. Durante sus 40 años de dedicación a la empresa, ha conseguido forjar una reputación de honradez, constancia, seriedad y trabajo que ha logrado transmitir a sus clientes. “El boca a boca funciona mucho. Nuestros clientes acuden a Irisarri por productos que no encuentran en ningún sitio y nosotros intentamos dar respuesta a sus necesidades”. Además de los profesionales, que representan un porcentaje importante de su clientela, Irisarri no olvida al público general, que lleva comprando en la tienda toda la vida. Ese no descuidar ningún tipo de cliente es la filosofía que Martín hijo también impulsa en la actualidad. Ello se acompaña con la importancia que se otorga al personal, “básico para cualquier tipo de negocio. Debe ser profesional, atento y servicial”.

Durante la conversación con el fundador de Ferretería Irisarri abordamos también las dificultades provocadas por la actual situación económica. “Existen muchas inseguridades, especialmente cuando se trata de cobrar los pedidos. En este sentido, estamos en manos de las aseguradoras”. No obstante, la familia Irisarri afronta el futuro con optimismo, seguros de que con su trabajo y esfuerzo siempre saldrán adelante.
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